Cuando Felix Klein quiere definir a un analista y lógica como Karl Weierstraβ en sus Lecciones tan apreciadas sobre el desarrollo de la matemática en el siglo XIX, provee algo así como una definición universal de lo que es un lógico, diciendo que el lógico procede lenta, sistemática y gradualmente y donde trabaja persigue la forma concluyente. Con estas palabras se puede determinar también el empeño de Edmund Husserl y de Kurt Gödel (de muchos otros), y se puede expresar el espíritu de la investigación en este libro en donde se expone que las formas concluyentes son, o deberían ser, la última instancia de los esfuerzos del conocimiento. Pero lo que en la razón es la meta última, el fin del proyecto, es lo primero en la realidad universal. Las formas concluyentes nos han estado esperando y dan principio, consistencia y sostén a todo como código fuente que moldea la realidad. Con el impulso de voluntades científicas como Edmund Husserl y Kurt Gödel se busca una solución nueva al muy antiguo problema de los universales; problema discernido y solución alcanzada gracias al concierto entre lógica pura, ontología formal y mereología que, junto con la fenomenología como actitud y ciencia, funciona como sistema metateórico. Sentir las ideas, ver las esencias, aprehender los conceptos, tocar y conocer el fantasma de la materia y descubrir las relaciones estructurales de cualquier realidad, son las consignas de este libro.